Pareja: Amano-sensei y Hitaru<3 *Personajes míos*
Este es un fic que salió del otro que escribí...Me divertí escribiéndolo, aunque me fue MUY difícil ;-;
Ojalá les guste.
Lugar: Academia de arte Seito. e.e
-¡No! D-detente...Hitaru-san...-jadeó sensei.
-¿Hm? ¿Quiere que me detenga? Pero parece que le gusta
demasiado, ¿No cree, Amano- sensei?-Replicó Hitaru lamiendo lentamente el
cuello de su profesor, provocando que este gimiera. Sensei se encontraba
completamente desnudo bajo el cuerpo de su estudiante, que ahora acariciaba el
abdomen del adulto, provocándole una erección.
¿Cómo habían llegado a esa situación?
Él señor Amano se encontraba huyendo -nuevamente, para
variar- de su insistente estudiante. No sabía cómo demonios, pero al parecer
Hitaru-san siempre sabía dónde se encontraba. E incluso a veces le lanzaba
indirectas frente a otros profesores.
-Seenseei...-decía él muchacho, con voz lastimera.-Me duele
acá abajo, ¿No me quiere sobar para que la molestia se vaya?
Y entonces, Jessica-sensei, la nueva profesora extranjera,
lo miraba de una manera fascinada, como si imaginara alguna situación entre
Hitaru y él. "¿Acaso la nueva profesora sería fujoshi?"- Pensaba.
Sabía lo que significaba debido a que su sobrina se la pasaba leyendo manga
yaoi, que significa amor entre hombres. Él había mirado un tanto extrañado a la
hija de su hermano cuando ella le había explicado muy emocionada lo que
significaba. La juventud de ahora era bastante rara, opinaba.
-¡Tu...! Solo tienes un raspón en la rodilla.-decía sensei
para disimular. Pero la profesora enrojecía y bajaba la mirada, algo embobada.
¿Qué cosas pervertidas estaría pensando sobre ellos dos?
-Sensei, sabe que no me refiero a eso.
Él hombre de Veintisiete años hizo acopio de paciencia.
¿Cómo era posible que un chico de dieciocho años pudiera atormentarlo así?
-No, no se a que te refieres. Y si quieres que alguien te
sobe ve a con la enfermera.
Esperaba cabrear al joven de esa manera. Tenía muy claro
que Hitaru odiaba a las mujeres.
-P-pero sensei...ella no lo haría tan rico como
usted...-suspiró con la mirada cabizbaja, y un rubor prominente en su rostro.
Él profesor Amano se horrorizó. Hitaru se veía tan tierno...le daban ganas de
comérselo... ¡Ah! definitivamente no podía pensar en esas cosas.
Escuchó un "Kyyyyyya" y descubrió a su compañera
ruborizada.
-No piense mal, por favor.-le suplicó Sensei.
-Tranquilos.-dijo ella con su acento inglés.-guardaré su
secreto.-y procedió a guiñar un ojo y salir de la sala del profesorado.
Sensei la miró sorprendido y suspiró. Hitaru exclamó:
-¡Eh! esa profesora podría agradarme.-y sonrió
sinceramente.
-No me interesa, Hitaru.-Respondía él, cortante. No lo
podía evitar. Su corazón se aceleraba a más no poder cuando estaba cerca de ese
muchacho alto y de cabello castaño claro. A veces le daban ganas de ordenarle
los rebeldes cabellos que le caían sobre la frente, y de paso acariciar su
cara...acercarse a él...mirar sus suaves labios y... ¡No! Era un alumno por
dios. Debía contenerse.
-¿A Amano-sensei no le agrado?-decía él muchacho con un
rostro apenado. ¡Aaagh! ¿Por qué era tan lindo?
-N-no es eso.
-¿Entonces si le agrado?
-Sí, si. Si me agradas.
Y Hitaru sonreía de alegría.
-Y bueno...como le agrado a sensei.-Hitaru había comenzado
a pasearse por la sala del profesorado, con pasos lentos y traviesos.-¿Cree que
me pueda ayudar con una tarea?
-¿Una tarea?
-Si sensei...en la biblioteca.
-Ah.-Él señor Amano se había llevado las manos a la nuca.
Dentro de él conocía los motivos ocultos de Hitaru, ya que, ¿Por qué necesitaría
su ayuda? Sabía que era el mejor alumno de la clase, incluso si no prestaba
atención. Aún así pasó eso por alto. Era su deber como profesor el enseñar a
sus alumnos, ¿No? Y últimamente se había vuelto muy irresponsable. El mes
anterior había dejado la sala del profesorado a cargo de dos alumnos.
Kotaru-san y Haruka-san. Y misteriosamente los había encontrado dormidos
profundamente a la espera de su llegada. Los profesores se habían quejado de
unas manchas blancas en el sofá. Quizá los muchachos habían comido algo y
habían derramado. Era lo más probable, pero no como él creía.
-Entonces, ¿si puede?
-Ah...si, si puedo.
-¡Si! ¿Qué le parece si vamos ahora?
-¿Ahora? pues bien...
Y habían salido para caminar hacia la biblioteca, que
quedaba en el segundo piso de la gran academia. En el camino se había topado a Haruka-san
y kotaru-san, que se encontraban entretenidos conversando sentados en un hueco
de la escalera, y luego... ¿Haruka-san había besado a Kotaru? No, seguramente
debió haberlo imaginado.
-Sensei, Está distraído.
-No, no es nada.
Ah, ¿Por qué seguía al muchacho? quizá que le iba a hacer.
Mientras él señor Amano luchaba contra la tentación de
seguir al joven, Hitaru lloraba de alegría. Había robado las llaves de la
biblioteca, ya que ese día no estaba abierta para nadie. Sabía que su profesor
no le iba a preguntar nada. Era tan olvidadizo él hombre, tan irresponsable.
Sin embargo eso era lo que le encantaba de su sensei. Sin olvidar la sensual
figura y esos ojos pardos irresistibles. Además de su increíble pasión por el
arte, su maestro era sorprendentemente devoto en ese ámbito. Recordaba que
primero se había enamorado de sus cuadros y luego del artista. Había ocurrido
el día en que había llegado a la academia. Amano-sensei se encontraba
exponiendo sus trabajos y dándoles la bienvenida a los alumnos. Entonces lo
había visto. El hermoso cuadro de una puesta de sol un día de otoño. Y luego
había visto la sonrisa de sensei, como se curvaban sus labios hacia arriba y
como se revolvía el oscuro cabello. Y había caído enamorado. Simplemente no lo
pudo evitar.
-H-hola.-le había dicho, de manera tímida. Era la primera
vez que un hombre le atraía tanto, y no
sabía cómo actuar.
-Buenos días.-le había respondido él hombre con su voz
profunda.
-Etto, ¿sensei?
-Hm, depende, ¿Qué edad tienes?
-Diecisiete.
-Entonces serás mi alumno, si entras a la academia,
claro.-le había sonreído el adulto.
Y entonces él había bajado la cabeza, sonrojado. Sensei
había pensado que tenía fiebre.
-¿eh?, disculpa, ¿Te sientes bien?
-Ah...la, la verdad es que no.-mintió él chico, quería que
él profesor se preocupara por él.
-Entonces, te llevo a la enfermería.
-S-si.
Hitaru siguió al señor Amano, que caminaba con seguridad.
Por primera vez iba a ayudar a un alumno, y quería dar el ejemplo. La
enfermería estaba en el primer piso, y ellos caminaban desde el patio. La
academia era gigante. Seguramente, si no fuera con el profesor, y si en verdad
estuviera enfermo, tendría muchos problemas para llegar.
-¿Entonces, te gustaría entrar aquí?
-Hm, si...-La verdad es que él muchacho estaba ahí obligado
por sus padres. Venía de una familia adinerada, así que no le importaba mucho
lo que podría estudiar.
-Amo el arte.-dijo el profesor con cariño. Hitaru lo miró
sorprendido. No conocía a mucha gente apasionada en ningún ámbito.
-Yo, ¡Yo también!-y esta vez no mentía. Disfrutaba mirar
cuadros pintados al óleo. Aunque nunca había intentado reproducir uno.
-Me alegro.-Sonrió Amano.
Hitaru se ruborizó.
-Veo que en verdad tienes fiebre, ven, estamos llegando.
Él muchacho asintió lentamente. ¿Qué esperaba hacer una vez
llegaran a la enfermería?
-Aquí es, pasa.-ordenó él profesor, abriendo una puerta.- ¿Necesitas
ayuda?
-Si, no soy bueno con este tipo de cosas.-replicó él joven
entrando a la amplia sala. No había nadie.
-Lo siento, las enfermeras están en una reunión.
-Ah, hm.
"¿Qué debo hacer ahora"-pensaba el adulto. Supuso
que lo mejor era dejarlo reposar con una pañoleta húmeda en la cabeza.
-Bien, recuéstate aquí.-dijo indicándole una camilla. Él
muchacho hizo como le habían pedido.
De pronto el maestro se sintió extraño. Ver a Hitaru sobre
la camilla, tan débil, tan ruborizado, con los labios húmedos y los ojos
brillantes... Lo hizo estremecer.
-¿Sucede algo, sensei?
-Oh, no. Para nada.-respondió él, cortante. Tenía un
sentimiento de remordimiento por haber pensado tales cosas de un alumno. ¿Y si
en verdad no servía para ser para ser profesor?
Mientras sensei deliberaba sobre su cordura, Hitaru había
tomado una decisión.
-Hm...¿Se puede acercar, por favor? -susurró el muchacho,
con voz titubeante, casi en un susurro.
-Ah, eh, si. Déjame sacar un paño para ponerlo sobre tu
frente.
Él profesor remojó un paño y luego lo estrujó. Se dirigió a
su alumno y se lo puso en la frente.
-¿Así está bien?
Hitaru susurró algo, muy bajito.
-¿Ah? ¿Qué?
Él joven susurró de nuevo y él profesor, por inercia, se
acercó a él.
-¿Me lo puedes repetir?
Hitaru Sonrió traviesamente. Y le tiró de la corbata.
Inmediatamente lo besó.
Él muchacho hizo perdurar el beso. Sensei estaba tan aturdido
que no reaccionó.
Si, así había conocido a sensei.
Todo eso lo recordó mientras caminaban hacia la biblioteca.
-Waaah.-exclamó, sonrojado, mientras se cubría las
mejillas.
-¿Qué sucede, Hitaru-san?
-Nada, nada.-reía el muchacho.
A veces se sorprendía de sí mismo, ¿Cómo había podido hacer
eso? Pero no importaba, ¡Así había podido acercarse a sensei!
-Pareces bastante feliz.-dijo el maestro una vez llegaron a
la biblioteca.
-Lo estoy.-dijo él muchacho sin molestarse en ocultar que
poseía la llave y que la había hurtado.-Adelante.-ordenó una vez abrió la puerta.
-Ah...-él hombre pasó. Una vez dio unos pasos Hitaru cerró
la puerta lentamente y sin hacer ningún ruido. Él profesor estaba más atento al
eterno vacío que a su alumno.
-¿Y los estudiantes?-preguntó.
-No lo sé.-respondió él, guardándose la llave en cierto
lugar rápidamente.
Sensei se quedó estático.
-¿Qué tarea tienes que hacer?
-¿Tarea? Hum...tengo la tarea de darle placer a
sensei.-arrastró las palabras Hitaru.
Él señor amano sintió un escalofrío que no necesariamente
le desagradó.
-Escucha, Hitaru...
Él muchacho se le acercó por detrás y le rodeó el cuello
con los brazos. Su aliento le daba de lleno a sensei en la nuca.
-¿Qué quiere que escuche?-le susurró. Se estiró a modo en
que sus labios rozaran con el lóbulo de su profesor.
-Ah...tu sabes que no podemos...
-¿No podemos qué?-ahora él joven lamía su oreja. Algo como
un choque eléctrico.
-Aah...ya sabes.
-No, no lo sé.-Dijo mientras besaba su cuello. Esparciendo
besos húmedos por todo el lugar.
A sensei le costaba hablar con normalidad.
-Po...por favor.-suplicó.
-pero sensei.-él muchacho se desprendía de su espalda y
ahora se iba a su pecho. Comenzó a deshacerse de cada botón de la camisa de su
profesor mientras le lamía la barbilla.- Debemos hacer esto.
-¿D-debemos?
-Así es, sensei.
-¿Por qué?
-Porque usted ya se puso duro y sería un problema si
saliera de la biblioteca así.-le susurró.
Oh, maldito muchacho.
-E-es tu culpa, Hitaru-san.
-Claro que lo es señor, déjeme hacerme responsable.
-No, no, no. Yo...quiero salir.
-¿Quiere salir?-le preguntó el muchacho sarcásticamente,
chupando y lamiendo el labio de su profesor, que se estremecía de placer. Sensei
se contenía al máximo para no caer en la tentación.
-Quiero...quiero salir.- ¿En verdad quería hacerlo?
-Sensei, usted no pude salir. No tiene la llave.
-¿Dónde está?
Hitaru sonrió. Y se señaló la entrepierna.
-Creo que se me pudo haber caído ahí.
Sensei dudó unos segundos. Luego pensó que mientras antes
terminara mejor. Oh, era tan ingenuo.
Se agachó y arrodilló dispuesto a desabrochar la cremallera
del pantalón del muchacho, pero cuando estiró su mano solo encontró aire.
-No puede hacer eso sensei.
-Entonces entrégame la llave Hitaru.
-Lo siento, pero va a tener que hacerlo con la boca.
-¿Con la boca?
-¿Está sordo sensei?
-¡Juega con otra persona!
-No, me gusta sensei. -dijo agachándose al nivel del altura
de su joven profesor. Ese día Hitaru iba con el uniforme de educación física, y
mágicamente se le ocurrió usar su camisa para aprisionar al hombre. Se la sacó
hasta los codos y rodeó el cuello de su profesor con esta. Casi a la deriva se
le lanzó y comenzó a besarlo.
Se abrió paso a su boca, y terminó tirado encima de él en
el suelo. Sensei, muy a su pesar se encontraba completamente excitado. Vamos,
era un chico mucho más joven que él, ¿Como no le podía animar eso? Supuso que
estaba bien que se dejara solo esa vez... Hitaru introdujo su lengua en la boca
de su profesor y él señor Amano le correspondió con fuerza. Todas las veces que
había soñado con Hitaru inconscientemente salieron a flote. Él muchacho movía
su lengua con movimientos expertos y salvajes. Le gustaba demasiado. Sensei
comenzó a jadear.
-H-hitaru-san...busquemos esa llave.
-¿Está...dispuesto a...usar la...boca?-le preguntó él
muchacho entre beso y beso. Él profesor solo asintió.
Pronto Hitaru se liberó de su camisa, y sensei también. Era
notable que ya no pensaba claramente. Solo se dejaba llevar por su deseo
sexual. Y por el amor que no quería admitir que sentía por su alumno.
Él ver al antes nombrado sin camisa, con las piernas
cruzadas y las manos entre las piernas, completamente sonrojado, solo tuvo
deseo. ¿Por qué demonios Hitaru era tan lindo?
-Sensei, es libre de buscar.
-¿N-no te vas a parar?
-No. Solo haré esto.-él muchacho dobló las piernas hacia tras
dejándole un espacio libre a sensei.-tiene permiso para usar las manos solo dos
veces.
Oh, como le gustaba jugar a Hitaru.
Él profesor se sentía extraño, ¿Estaba siendo dominado por
un alumno? Definitivamente tenía que dar pena.
-Bien, bien.-dijo. ¿Qué demonios estaba haciendo?
Miró a su alumno con reproche. Iba a sacar la llave y nada
más. ¿Si?, ¿Si? -se repetía a sí mismo.
Solo podía usar las manos dos veces. En la posición en la
que estaba -acostado frente a la entrepierna de su estudiante y con ambas manos
apoyadas en el piso- obviamente iba a necesitar las manos. Así que bajó la
cremallera de su pantalón y los mismos para dar paso a su ropa interior. Bien,
bien. Lo había hecho. Su rostro se ruborizó totalmente al ver el gran bulto que
había ahí. Hitaru sonrió perversamente.
Entonces, lo había hecho. Y solo había ocupado las manos una
vez. ¡Muy bien! pero, ¿Dónde estaba la llave? No sería que...
-¿quién dijo qué estaría bajo el pantalón?
Estúpido hombrecito.
Si ocupaba las manos de nuevo después tendría que ocupar la
boca. Y seguramente... ¡No! Mejor ocupaba enseguida su boca y luego las manos.
Y listo, no caería en la tentación y podría largarse.
Claramente no se daba cuenta de que perfectamente podía
ocupar las manos cuando él quisiera si era lo bastante rápido, pero estaba
hipnotizado por los juegos de él joven.
Se estiró y bajó la mirada, decidido a no chocar con los
ojos del de cabello claro. Se acercó y abrió la boca. Hitaru se movió un poco.
-L-lo siento...me pongo nervioso.-masculló, con un dedo
posado en su labio. Sensei tragó saliva, por alguna razón se tomó como un
desafío personal el hacer sentir aún más nervioso a Hitaru.
Abrió su boca e intentó bajar la ropa interior de su
alumno. Rosaba con los dientes parte de su pierna y el muchacho jadeaba.
Decidió molestarlo un poco más. Y era por todo lo que le había hecho pasar.
Lamió lentamente y Hitaru sintió una oleada de calor por todo el cuerpo.
-s...sensei...-susurró. Eso incentivó al hombre. La voz del
muchacho, anhelante y suave, era un botón en su cabeza que activaba su modo
"Atacante. Activo. Con deseo."
Intentó deshacerse de los bóxers de Hitaru pero estos
tenían un resorte que impedía resolver la tarea tan fácil. Demonios. Necesitaba
las estúpidas manos. Se cabreó tanto que, -casi por inercia- Estiró el brazo y
acabó con la ropa interior. Estaba hecho.
-Ups...sensei ocupó las manos.-rió Hitaru.
Y era cierto. Sus ojos no tuvieron otra opción que buscar
desesperados la llave. Y se encontraron con él miembro del muchacho. Él
profesor no tuvo más remedio que dedicarle una mirada. Pudo distinguir un
brillo plateado. Se encontraba justo en donde iniciaba la parte más sensible
del muchacho.
-Recuerde, con la boca.
Si, con la boca.
-¿Tengo qué hacer esto?
-Por supuesto Señor Amano, ¿O sino como saldrá?
-Puedo quedarme aquí hasta que venga un encargado...pero
desperdiciar tales esfuerzos, no lo haría. No tengo más opción que usar mi
boca. No tengo más opción que usar mi boca.
-Lo dijo dos veces sensei.
-Si...
-Entonces, adelante.
Sensei miró receloso lo que tenía delante.
-por favor dese prisa...está muy caliente.
¿Así que estaba caliente? Necesitaba descubrir eso por si
mismo.
Abrió la boca y se estiró. Él miembro de Hitaru estaba
erecto. Pudo sentir lo caliente que estaba cuando entró en él.
Hitaru dio un sollozo. Oh, tenía la boca de sensei dentro
de él...y se sentía tan bien. Estaba en una posición completamente abrumadora
-con sus piernas estiradas hacia tras, y sensei recostado en el piso, con sus
labios en su miembro- Y además cabe decir que no era su primera vez con él
profesor. Antes lo había convencido de
tantas maneras, ¡él hombre siempre terminaba cediendo!
Pero nunca le declaraba su amor. Esperaba que con esa vez
él señor lo admitiera.
Sensei se estiró más. Casi podía alcanzar la anhelada
llave. Pero no pensaba en eso. Tener así a Hitaru lo emocionaba más que nunca.
Se sentía deliciosamente extraño. Inconscientemente comenzó a chupar. Adelante
y atrás. Cerró los ojos. Hitaru jadeó.
-Aaah...hnnn...
Si, así estaba bien.-pensaba el muchacho.-aunque podría ir
más rápido...-sí, definitivamente era un pervertido.
-Sensei...la velocidad...auméntela....
Él hombre obedeció. Su alumno sentía placer y él también lo
sentía. ¿Acaso eso estaba mal? Los movimientos frenéticos aumentaron. Los
gemidos de Hitaru se alargaron. Sensei comenzó a besar, lamer y chupar, ayudado
de sus manos, que había olvidado que tenía prohibido usar. Pronto sintió mal
estar en su propio miembro.
-Sensei...ahora yo haré algo por usted, ¿Si?-adivinó el
muchacho sus pensamientos. ¿O sensei era muy obvio al frotar su cuerpo contra
el suelo en busca de alivio?
Hitaru se levantó y él señor Amano también. Al hacerlo el
muchacho tropezó y dio contra el pecho de su docente. Sonrió.
-Vamos a deshacernos de lo que le queda de ropa.
-s-si...
Hitaru se desprendió del resto de la vestimenta de su
profesor y lo recostó en el suelo, Enseguida se sentó sobre él y comenzó a
lamer el cuello del docente, que se estremeció. El muchacho acarició su
abdomen.
Oh, así habían llegado a esa situación.
Besó suavemente la nuca de Amano-sensei y sonrió levemente.
Recorrió él cuerpo del adulto con las manos. Se inclinó y recostó sobre su
pecho. Luego levantó la cabeza y comenzó a besarlo.
-Hitaru...-suspiró él hombre.
-¿Si? ¿Sensei?
Él muchacho metió su lengua en la boca de sensei, Para
realizar movimientos por todo el lugar. Movimientos anhelantes, en busca de más
y más. Acarició todo el cuerpo de su profesor provocando que este gimiera,
hasta llegar a su miembro.
-Vaya, vaya, Sensei. Si que se ha puesto grande y duro.
Él profesor enrojeció.
-¡Hi-Hitaru!
-Tranquilo señor, ya lo calmaré.
Hitaru alargó una mano y tomó lo que tanto deseaba con
delicadeza. Primero lo besó y luego lo lamió.
-Aaah...hnnn...
Hitaru fue chupando lentamente. Amano se arqueó. Pronto el
muchacho fue mucho más rápido, provocando que su profesor jadeara.
-Hitaru...
Cuando terminó hizo que sensei se acostara de lado y
abriera un poco las piernas. Sonrió con lujuria y se llevó tres dedos a la
boca, untándolos con saliva, para luego recorrer el agujero de su profesor y
humedecerlo. Se colocó tras él totalmente pegado a su cuerpo. Pudo sentir su
exquisito aroma y lamer las pequeñas gotas de sudor que recorrían su cuerpo.
Entonces lo penetró.
Él joven profesor apretó los ojos al sentir el miembro de
Hitaru-san en él.
-D-duele...-se avergonzó de sí mismo. Parecía una
colegiala. Y además, demonios. Él era el pasivo en la relación.
Hitaru comenzó a embestir a su profesor con ritmo y
sincronización, al mismo tiempo que repartía besos y lamidas por su espalda. Él
profesor gemía y él alumno jadeaba sonidos profundos. Se sentía de maravilla.
-Sen-sei.-Decía el muchacho acentuando cada silaba debido
al placer que sentía.
-Hitaru...
Él muchacho comenzó a masturbar a su profesor, añadiéndole
placer extra a lo que hacían.
-Mhpm...Aaaah, nnnh, hm.-mascullaba el profesor, mientras
hacía un movimiento de caderas.
Hitaru incrementó la velocidad y la fuerza del empuje,
dejándose llevar. Una oleada de placer recorrió el cuerpo de ambos y de
detuvieron por minutos.
Estaban en la biblioteca. Profesor y alumno, teniendo relaciones.
Sus cuerpos estaban calientes, necesitados. Querían más. Él
señor Amano solo sentía deseo. Deseo de querer devorar ese delicado cuerpo que
parecía estar hecho de porcelana. Y revolver ese suave cabello de oro.
Tumbó al muchacho sobre su pecho. Inmediatamente invirtió
los papeles. Ahora Sensei estaba encima de Hitaru, que enrojeció y se llevó un
dedo a la boca.
-¿S...Sensei?
Tan mono.
Sensei se colocó de rodillas frente a Hitaru y este se
llevó las piernas al pecho. Su rostro tenía una expresión de "Tengo
miedo...pero no me deje. Sea cuidadoso" que estimulaba al profesor, que
claramente ya no pensaba haciendo uso del sentido común. Amano sujetó con
fuerza las piernas del muchacho, y lentamente lo penetró, muy profundo.
-S-¡sen-sei! ¡Duele!-exclamaba con los ojos
llorosos.-pero...no se detenga, siempre he soñado con este momento.-sonreía
ahora Hitaru.
Él profesor lo miró con ternura. ¿Cómo había podido
ignorarlo tanto tiempo?
Comenzó a moverse, intentando ser suave sin muchos
resultados, ya que el rostro de su alumno lo tenía despavorido.
Mientras se movía, Hitaru apretaba los labios sin saber
como más reaccionar. Hasta los pervertidos tenían puntos débiles.
De pronto sintió algo extraño. Sabía perfectamente lo que
era. ¡No se quería correr en sensei!... ¿Oh si? Aún así decidió dar aviso.
-Sensei...aaah...hmph... ¡Sensei! ¡Me vengo!
Él profesor sonrió.
-Adelante.
Hitaru dejó escapar un suspiro y el líquido blanco recorrió
sus cuerpos.
Más sin embargo dejaron pasar ese detalle. Las embestidas
de sensei eran sumamente deliciosas y placenteras, haciéndolo gemir como nunca
había hecho. "Sin duda esto es mucho mejor que masturbarme pensando en
él"-fue uno de los pensamientos que recorrió la cabeza de Hitaru cuando su
profesor comenzó a besarlo, mientras aumentaba el movimiento.
Hitaru sacó su lengua y sensei también. Comenzaron a
juguetear entre si. El placer que sentía era inigualable. Sensei estaba por
llegar al orgasmo. El rostro y la piel joven de su alumno lo estimulaban. Era
demasiada ternura y sensualidad en un solo paquete.
Él hombre salió de su alumno y se recostó sobre él, para
luego comenzar a besarlo sin compasión. Quitándole la respiración. Recorrió con
su boca los puntos más delicados de Hitaru. Hasta que llegó a sus pezones.
-¡Sensei!-se sonrojó él muchacho.
Amano comenzó a mordisquear con placer los rosados botones
de su alumno. Luego comenzó a chupar, dejando dejes de saliva brillante en
ellos. Entonces lo besó de nuevo, con más fuerza que antes y haciendo más uso
de su lengua. Hitaru llevó sus manos hasta el cabello de su profesor y se
agarró con fuerza, impidiendo que sus bocas se separaran.
Sensei recostó boca abajo a Hitaru. Estaba hambriento por
más. Se colocó sobre él y lo penetró, Hitaru levantó un poco la cadera y sensei
comenzó a balancearse sobre él.
-Aaah...-jadeó Hitaru. ¿Cuándo se había vuelto el pasivo?
No le importaba. LE ENCANTABA ESA FACETA DE SENSEI.
-Hmm...-Un liquido blanco brotó de sensei. Era pegajoso y
caliente.
-Lo siento.-dijo avergonzado, hundiendo su nariz en el
cabello del muchacho.
Pero eso solo lo excitaba más.
Él placer que sentía el profesor, y las ganar por más,
aunque el cansancio lo estuviera consumiendo nunca lo había sentido con ninguna
de las novias que había tenido. Hitaru era el rostro de la inocencia, aunque
claramente no la tenía. Poseía un talento para enfrascarlo y hacer que no
dejara de pensar en él.
-Te amo-le susurró mientras su cabeza caía sobre los
hombros del muchacho. Por fin lo había admitido.
Entrelazaron sus dedos. Hitaru solo podía sonreír.
-Sensei...
-Te amo. Y lo siento tanto.-decía, aún arriba de Hitaru.-te
amo más de lo que puedo admitir. Y quiero estar contigo, y no te quiero dejar.
-Sensei...
-Eres lo más importante para mí.
-Sensei...usted también lo es para mí. Pero creo que ya van
a abrir la biblioteca.
Él profesor reaccionó inmediatamente. Se paró y vistió a la
velocidad de un rayo mientras Hitaru reía bobamente. Limpió las manchas blancas
de dudosa procedencia con el papel higiénico que siempre traía, y salieron del
gran salón.
No levantaron sospechas, ¿Por qué habrían de hacerlo? Solo
eran alumno y profesor. Hitaru de dirigió a su habitación, y gustoso invitó a
sensei. "Duermo solo...da miedo"-se excusó. Y Amano nuevamente
sucumbió a sus encántanos.
Esa noche durmieron juntos, abrazados felizmente. Sensei
quizá no lo admitiera de nuevo, por eso Hitaru quería aprovechar.
Porque amaba a ese profesor como a nadie, y definitivamente
no se lo entregaría a nadie. Porque era de él y de nadie más. Por eso solo se
podía entregar de esa manera a él.
Y no era diferente con sensei.